NA NOSA BIBLIOTECA
Reconstruimos el relato de cómo se forjó el último e inesperado best seller de la literatura española, escrito por una autora de la que nadie había oído hablar. Una profesora que decidió escribir una novela de amor e intriga inspirándose en sus recuerdos familiares y terminó convirtiéndose en un fenómeno editorial en este país
JESÚS MIGUEL MARCOS MADRID 22/04/2011
En otoño de 2006, María volvió a Tetuán. Esta vez, vio cosas que no había visto antes. No es que la ciudad donde vivió su abuelo 30 años y donde nació su madre hubiera cambiado. Todo seguía más o menos igual que en sus otras visitas. Quien había cambiado era ella. "Iba con ojos de buscar otra cosa", recuerda. Quería una novela, la primera.
Lo único que tenía claro era el escenario, Marruecos, y era así porque allí había vivido su familia, la conexión íntima necesaria para que prendiera la mecha de la escritura. Pero le faltaba el resto. Investigó: ¿Qué pasaba en el Tetuán de mi abuelo? Habló con Francisco, presidente de una asociación de antiguos residentes, y también con Ricardo, un español que todavía vive allí y que le hizo de cicerone: "Me abrió mil puertas". Luego acudió a la familia: su madre, claro, pero sobre todo sus tías Paquita y Estrella, mayores que su madre y, por tanto, con más años de residencia en Tetuán.
Ellas le dibujaron el decorado, pero la trama se la dio Juan Luis Beigbeder, ministro de Asuntos Exteriores con Franco. "Él marca el arco temporal de la novela, desde 1935 al 1943. Es un personaje fascinante, con muchas luces y muchas sombras, contradictorio, enigmático, gran seductor, muy listo, muy culto, mujeriego, con una vida muy intensa, pública y privada", explica María.
Juan Luis será un ancla, pero el timón lo maneja Sira Quiroga, la protagonista, una modista que le va contando la historia a María antes incluso de sentarse ante el ordenador. A la autora le empieza a faltar tiempo. Por momentos, Sira Quiroga va más rápido que ella, porque la protagonista de la novela no tiene que trabajar, pero María sí (es profesora en la Universidad de Murcia). Tomó decisiones: "La guerra la traté muy de refilón. Plasmé cómo se vivía en Tetuán enla posguerra, sin hacer hincapié en lamiseria, sino en la actuación de las potencias extranjeras".
Los personajes asaltan a María
Nunca había escrito un libro y empezaba a entender lo que eso significa. La rutina del día a día se desvanecía. Se olvidaba de cosas. Los personajes de la novela la hablaban cuando menos lo esperaba. Le chupaba la ficción. "Algunos personajes se te van un poquito de las manos, se dislocan un poco, pero luego los puedes controlar", relativiza ella ahora, aunque sus peleas tendría.
La más rebelde fue Sira Quiroga, claro, la costurera que cataliza todos los ingredientes de la novela: amor, odio, intriga, traición, pasión, glamour... La escritora le había planificado una identidad, pero en el tramo final del libro la protagonista se rebeló con una contundencia inesperada. "Creció más y mejor de lo que yo imaginaba", afirma la autora.
María escribió la última frase de la novela sin haber terminado de escribirla. Fue así, un día cualquiera. Se levantó por la mañana y Sira Quiroga le guió página a página hasta el momento decisivo del desenlace, hasta estas últimas 23 palabras, dos comas y un punto: "Al fin y al cabo, nos mantuvimos siempre en el envés de la historia, activamente invisibles en aquel tiempo que vivimos entre costuras". El final del libro. Todavía le quedaban partes por desarrollar, pero el círculo ya se había cerrado.
Antes de peinar los flecos de la novela, María le escribió un mail a Lola. Lola es una agente literaria y no conocía de nada a María, pero la propuesta le hizo tilín. "Cada día recibimos muchísimas solicitudes. Pero esta estaba muy bien hecha, bien estructurada y presentada. Era un buen resumen de la historia". Lola le pidió que se la enviara y María le mandó las primeras cien páginas. "Manejaba unas claves que lo hacían un buen libro. Además de la intriga y el romanticismo, era una historia de superación personal de una mujer luchadora, en un momento histórico reconocible y con un toque de glamour muy interesante", explica Lola.
La contrató. María iba rematando la novela y se la mandaba a Lola "a cachitos". Y Lola, en su oficina, y también en casa, se iba entusiasmando. "Es otra forma de leer un libro", dice Lola, que en ese momento ya estudiaba a qué editorial le podría interesar. Se acordó de Raquel, editora de una empresa importante que casualmente estaba abriendo una línea nueva de narrativa de ficción. "Por el estilo y el tema, esta le puede gustar a Raquel...", pensó Lola. La respuesta de Raquel no tardó: "¿Te paso oferta?". La novela había llegado a casa.
Belén, directora de la editorial, decidió comprar la novela por el entusiasmo que mostró Raquel: "Me dijo que había encontrado una joyita de una autora desconocida". Pocos días después, María viajó de Cartagena a Madrid para conocer al equipo de la editorial y comenzar el trabajo de edición del libro. A Belén le llamó la atención la ilusión de María y, sobre todo, lo agradecida que se mostró en todo momento. "Pensé que era la cómplice perfecta para la lucha que en ese momento se iniciaba. Dos años después, me reafirmo por completo: su entrega y cercanía han sido decisivas", confiesa.
En el túnel de lavado editorial
A partir de ese momento, Raquel comienza a trabajar en la novela de María. Corrige erratas, descarga el texto de repeticiones, le sugiere algún cambio, encaja el texto en la maquetación... "La verdad es que no cambió mucho. Raquel fue muy cercana", dice María, que se volcó mucho en esta parte del proceso, algo que no todos los autores hacen.
La novela de María no era una apuesta importante de la editorial. Tratándose de una recién llegada, se le dio el tratamiento habitual para los debuts. Cuando Raquel ya avanzaba con el texto, Belén reunió a todo el equipo: edición, diseño, marketing y departamento de prensa. Les contó quién era María, la trama de su novela y a qué público podría ir dirigida. En ese momento, se habló de que el objetivo era el sector femenino. Germán, el director de arte de la editorial, pensó en poner a una mujer en la portada.
Fue la propia María la que le dio la idea final, sugiriéndole utilizar una pintura de Jack Vettriano. "Normalmente no sugieren nada, pero si lo hacen, lo valoramos, porque es el autor y conoce su novela. En este caso acertó. Además de escribir buenas novelas, trajo buenas ideas", indica Germán, que de inmediato se puso en contacto con la agencia que gestiona la obra del pintor escocés. Preparó siete u ocho modelos de portada con diferentes cuadros y se los envió a María, que eligió uno de tonos azules en el que aparece una mujer de perfil, de pie, con mirada pensativa y sosteniendo una rosa en las manos. Quizá Sira Quiroga había tomado cuerpo, por primera vez.
El 10 de mayo de 2009 se imprimió la primera tirada, 3.500 ejemplares, listos para estar en las tiendas el 9 de junio. "Era un libro más. Cuando una novela es especial, las editoriales la apoyan con publicidad, algún cartel o te dicen algo los mismos comerciales. En este caso, no hubo nada", recuerda Fernando, un librero del barrio de Vicálvaro (Madrid).
Coincidió, además, que ese mismo mes salía a la venta la tercera entrega de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson, con lo que las posibilidades de llamar la atención desde las estanterías se reducían considerablemente, sobre todo, si eres una desconocida. No fue una salida impactante, pero el 20 de junio, 11 días después de publicarse, la editorial ordenó tirar una segunda edición, esta de menos ejemplares, 2.400. Como bien recuerda María: "No fue una salida impactante. Todo fue poco a poco".
La novela se publicó justo antes del verano, una época propicia para el boca a oreja, "ya que es un tiempo en el que la gente lee más", afirma el librero Fernando. A finales de julio, dos tiradas más de 3.000 ejemplares, casi consecutivas, indicaban que la salud de la novela era fuerte. Cuando Fernando volvió a su librería en septiembre, cuatro clientes le pidieron el libro de María. "Rápidamente hablé con la editorial".
En octubre, un periódico nacional de gran tirada publicaba un artículo sobre el libro, entrevistando a la autora, pero dedicándole tan sólo una sola columna. "He querido escribir una novela ágil que interese y atrape al lector, una obra que recrea un mundo ya perdido y poco conocido, y donde a los personajes les pasan muchas cosas", le dijo María al periodista. A ella, que tenía experiencia dirigiéndose cada día a 200 alumnos como profesora de universidad, no le preocupaban excesivamente las entrevistas.
Avalancha de ejemplares
Las recomendaciones entre lectores y las apariciones en prensa, modestas pero continuas, incrementaban las ventas día a día. A finales de noviembre, Belén llamó a María para darle una noticia: "La tirada de Navidad va a ser de 25.000 ejemplares". Se trataba de la décima edición. A mitad de la Navidad llegó la undécima: otros 10.000 ejemplares más. Germán no daba abasto: "Llegabas un lunes a la editorial y... ¡otra reedición del libro de María! Era una locura. Se paraba todo y nos poníamos a trabajar en él. Al final nos daba más trabajo, pero lo hacíamos con ganas".
Lo de cambiar la portada ni se lo plantearon. Una regla básica del negocio: si una cosa funciona, no la cambies. María se tenía que multiplicar para atender a sus clases en Cartagena y conceder entrevistas. En enero de 2010 ya ocupaba una página entera de otro diario nacional y la llamaban los principales popes de las ondas matinales. En uno de esos programas, la escuchó José María, un jubilado de 64 años de Madrid: "Apunté el título en un post-it, siempre los tengo a mano... Al día siguiente fui a la Casa del Libro, la de la plaza del Celenque. Luego lo he visto mucho por ahí, en el metro y el autobús. Y en unas actividades para mayores a las que voy, muchos lo han leído. Fue uno de esos libros que me enganchó y en diez días ya lo había leído". A Paquita, una profesora jubilada, el libro se lo regalaron. "Me lo llevé en un viaje a Almuñécar y cuando llegamos ya lo tenía por la mitad. Te atrapa", responde, antes de contar con entusiasmo algunos lances de la trama.
El 17 de marzo de 2010 la tirada ya era de 50.000 copias. "Nadie lo imaginaba en el primer momento", recuerda Belén. En la Feria del Libro de Madrid, las colas delante de la caseta de María no tenían fin. ¿Qué había ocurrido? "La clave son los lectores, que se contagiaron y se lo recomendaban unos a otros, diciendo que estaban leyendo un libro que no les dejaba dormir por las noches. Una tela de araña y... hasta aquí", dice exultante María que, a día de hoy, ha despachado 875.000 ejemplares en España.
El libro ya está vendiéndose en Italia y Portugal. En mayo se publica en Francia, Alemania y Holanda y en noviembre llega a EEUU. María ha pedido una excedencia en la universidad y ya prepara su siguiente novela. "Está con alfileres...", adelanta. Otro libro entre costuras
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